De adolescente y de closet

Cuando era más pendeja, mis veranos adolescentes siempre estaban protagonizados por alguna de las niñas que me gustaban. Habían algunas que me gustaban en serio, otras, sólo por satisfacer mi necesidad puber de pensar en alguien, y puta que funcionaba, porque mis mejores recuerdos están en esos veranos. Aquellos en los que pasábamos horas en el baño de alguna casa, (inter)cambiándonos de ropa, maquillándonos, las amigas, y produciéndonos pa’ salir a la disco, a la playa, a la fiesta, a la calle o a donde fuera que el sol calentase. En ese tiempo de más inocencia, no había nada tan intenso como entrar al carrete y buscarla a ella, con miradas rápidas y como si no importara tanto. Después de no encontrarla, inmediatamente al baño, el retoque de maquillaje, y a esperar unos minutos; pa’ fumarse un cigarro y copuchar con las ya semi-borrachas ex compañeras hasta del kinder, de esas que si te ven en la calle, te levantan la manito y te sonríen monalísticamente, pero que cuando están ebrias, le mandan 30 veces saludos a tu mamá, y se acuerdan de la vez que vomitaste en la sala de clases el otoño del 2000. No había mejor escondite que el baño, porque después de todo el cahuineo, después de todo el: «Chicas, cacharon que Loquita Pérez se pescó al ex de la Maca/Coni/Cami/Paula/Caro/Etc?», yo salía en la máxima expresión de gloria a encontrarme con ella bailando con sus amigas, todas medias curás, como dios manda, y ahí si que no me sacaban la sonrisa de la cara ni a cachetadas (ni a las manos). Y era eso, lo más intenso, el momento más esperado de la semana, cuando valían la pena todas las peleas con la mamá, y yo que como buena lesbiana, adolescente y de provincia de ese entonces (con un pie en el mundo y otro en el closet), nunca tuve acceso a rogarle a mi madre: «¡Poooorfa, mamá! ¡que va la niña que me gusta!». Al final, ya no había mucho más, por lo general la niña que me gustaba no me pescaba, o era hétero, o las dos, o ninguna. Habitualmente, mi máxima aspiración era bailar cerca de la cabra, si tenía suerte, me regalaba un par de reguetones apretados. Si la niña era hétero y buena onda, en volá se rajaba con un par de piquitos, como premio de consuelo. Si la niña era linda y loca, y yo me esforzaba lo suficiente, me ganaba 5 minutos de atraques en el paraíso, ubicado en algún baño piante de algún local de mala muerte, justo al centro de la noche castreña. Ese era para mi el cielo, a los 15-16 años, cuando nada era tan grave, cuando no habían ni rencores ni arrepentimientos.

(Archivo personal, 29 de enero del 2014)

 

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Archivo personal – 17 junio 2014

Mientras nosotros, desde lo más sincero, declaramos acariciar el éxtasis de tiempo en tiempo, ellos reproducen constantemente advertencias tales como «A mi edad uno se da cuenta de que la felicidad no existe como uno la desearía». Es una etapa en la cual se confunde el pesimismo con realismo, y el optimismo con ingenuidad. Escudándose en la tarea de «rectificarse» ante la versión joven de sí mismos, las almas envejecidas cambian sus antiguos discursos como si estuviesen en su derecho, como si en un transcurso de veinticinco años no cambiara uno lo suficiente como para, incluso, poder afirmar que se es una persona completamente diferente. Entonces, ¡qué injusto es poner palabras en la boca de aquél que no puede defenderse! Qué triste sería pensar en que algún día cada uno de nosotros, seres idealistas de ojos brillantes, utilizaremos nuestra propia historia para apagar cualquier chispa de rebeldía e impulsividad soñadora.
Yo, por mi parte, creo que ese ciclo de la vida no es la única opción que nos queda. Me gusta creer que la vejez del cuerpo no toma la mano de la vejez del alma. Me gusta pensar en que es posible una vida de respeto a cada una de las versiones de nosotros mismos y, a pesar de lo poco que he vivido, me gusta practicar dicho respeto.
También, me gusta pensar que la vida es demasiado corta, tanto así que el ser humano no alcanza a vivir la verdadera etapa de maduración, aquella en la cual uno se de cuenta que los tiempos cambian más rápido de lo que todos esperamos, y que cada historia es tan diferente, que siempre faltarán argumentos para comparar legítimamente la tuya y la mía. Qué la verdad de la antigüedad es tan válida como la esperanza tierna. Esos son algunos de mis tantos sueños de juventud.

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Si te he visto, no me olvido.

¡Es mío!, hay que controlar, dirigir, resolver, olvidar. Los cálculos, de cada movimiento, de todas las miradas por devolver. Los asuntos pendientes, los cariños perdidos, pero y ya, ¡el miedo!, que el dolor me va dejando el corazón negro, el corazón verde, el corazón roto. Puta que cansa el odio, así que cuando no odio, duermo, y sueño. La plupart du temps, sueños de princesas galas y moradas, sueño de princesas árabes, a veces sueño de reinas, sueño de brujas, y de mi. Pero la mayor parte del tiempo sueño con manos morochas, y despierto cansada, como si hubiera odiado, cuando en realidad adoro. Y también extraño, sí, y odio extrañar (y me canso, y me duermo), y lamento no regalarte la noticia de que en realidad está todo bien, que por más que el rencor me golpeara despacito las espaldas, o me abrazara con los días llegados desde arriba y por las ventanas (que como el canto de los pájaros en la madrugada, a veces, da ganas de llorar), lo cierto es que no quiero nada, ni una sola parte de lo que pedí. Y no es por no querer causar problema, pero preferiría no causar problema alguno. Porque no vaya a ser cosa que choques conmigo cuando vueles desde el pasado; no, viaja tranquila, como lo han hecho la decena de aviones que me llevaron de reino en reino. Si ni aunque se viaje tranquila, se vuelve completa, no faltan los pedazos de tierra donde dejas las huellas.
Es cierto que nos perdimos tanto, pero tanto, y que nos perderemos de nuevo, es cierto que yo me aburro de buscar y me quedo sentada mirando las nubes. Es cierto que te quiero radiante y descansada, y sé bien de lo que hablo cuando lo digo con esta boca, y con estos dedos. Grita si estás bien, yo escucho todo, hasta lo que no hace ruido.

Alusiones de amor dejo en todas partes, si pudiera dejar una huella en el camino de cada princesa, no lo haría, pero ciertamente te dejaría una a ti, quizás dos.

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F*ck u

If I could choose to never see you again, I wouldn’t do it
but, why?
I hate you, and that’s not a secret.
You make me feel:

– lost
– confused
– sorrowful
– unsafe
– vulnerable
– abused
– overwhelmed
– extremely unprotected

You make me feel like I was nothing,
you make me feel like everything was nothing,
you make me feel like everything was right, even you.

Do you really think you’re right? I don’t
I’m not right either,
cause if I was right, I wouldn’t want to be with someone that makes me feel so fucking lonely.
And still, If I could choose to never see you again, I wouldn’t do it.

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La número 1 de mi top ten

Confieso que hoy es un día un poco triste, pero pido que esto no se malinterprete, está bien estar triste a veces, como hoy día, domingo en el que estoy un poco triste. Lo que me pone así no es ni mi corazón basureado, no tiene que ver con lo vacíos que han estado mis bolsillos durante el último tiempo, ni con el hecho de sentir soledad, porque no recuerdo haberla sentido. No, mi pequeña pena se resume a que hoy, domingo en el que estoy un poco triste, una de mis letritas (nombre de mi principal grupo de amigos/familia) tomó sus pilchas y se viró pa’ España por 6 meses. y, ¿¡como no tener pena!? si se me va María…

Les presento a María, que además de ser María, es muchas cosas:

– María se llama María Emilia Macchi, nombre que a mi boca abajista le costaría mucho pronunciar, así como el sobrenombre «Emi» así que, en resumen, María es María.

– María es una niña cuica, de veintisiempre años, que estudió en el colegio ese, el que queda acá al lao de mi casa.

– María comparte conmigo un par de rasgos de personalidad, tales como la enfermedá culiá, el complejo de peter pan, el abajismo, y el gusto por Wes Anderson, entre otros jipsterismos. Lo importante de este punto es que, al ser yo una narcisista empedernida, suelo querer mucho a la gente que se parece a mi. En otras palabras, María es bacán, así como yo también lo soy.

– María es la polola de otro de mis letritas, Pavlito. Pavlito es una persona hermosa, pero lamentablemente sufre de una fuerte adicción a la mayonesa. Desde la última intervention que le hicimos (Una gran historia, a la que me referiré en otra ocasión), ha andado bien el pobre cabro, pero yo temo que estos 6 meses abstinencia de María lo hagan volver a caer. Esperemos que no.

– María es argentina, pero no tanto, no, ella es argentina en su justa medida, aunque igual perdió el mundial… no sé si me explico.

– María tiene un culo bacán, mis felicitaciones al chef.

– María sabe todo sobre el tiempo que pasé en la cárcel, porque se lo cuento todos los días.

– María se fue hoy a España, lo que me tiene un poco triste, pero a veces está bien estar triste, porque así funciona, hoy estoy triste, pero ¿quién dice que estaré triste por 6 meses?, lo más probable es que en el verano ya ni la extrañe, aunque igual eso puede estar relacionado con el hecho de que en el verano estaré en España (Si, María, ya hablé con mi madre, está confirmado)

– María se adjudicó el primer lugar de mi top 10 de las minas más lindas de mi generación (anécdota que titula esta entrada), y bueno, a mi no me molesta, qué esté donde quiera, mientras esté feliz.

– María es una loca culiá (otra característica que compartimos), y por lo mismo, quería tomarme esta instancia para compartir un pequeño pastiche  que le escribí esta tarde, mientras ella hacía escala en Guarulhos, el aeropuerto más fome de latinoamérica:

(Advertencia: es probable que algunas referencias no sean de conocimiento público, pero usted, lector de mierda, puede acceder a ellas a través de links que sugiero, sean abiertos en el orden establecido)

Te iré a ver, en bicicleta, y tu E.T ahí con su luna volando sobre el atlántico. Me dijo que se le había olvidado tu mamá, a si que le dije que llamara a casa para que le dijera a la nancy que se acordara de la importancia de ser digna, pero don’t! You can’t just kiss me and think you’re gonna make it all go away, okay? It doesn’t work that way. It doesn’t just make it better. Pero bueno, después de la tormenta siempre viene tu mamá con una banderita arcoiris, banderitáhomosexuaaaal, colores que son emblema, emblema de mi tortillerismo así que le pregunté a la Rosa si se había comido una olla, porque me parecía poco probable, hasta que me contaron que un weón se comió un avión una vez, entre otras cosas, y murió por «natural causes» po weón, así que si Lotito se puede comer una tele, eso resuelve el misterio de la desaparición de mis ollas! elemental, mi querida niña, si cuando llego a mi cuarto no encuentro nada, por la mierda! y siempre que le pregunto a la Rosa si ha visto mis calcetines de gatito me dice «We were on a Break!» Así que ya no lo soporto.

María, espero te vaya bien, pero no tanto porque qué envidia igual. Ojalá encuentres a alguien que te apañe en lo absurda que erí. Te quiero mucho ❤

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4.54 AM

Sueño que me miras de cerca y con ternura
como si me quisieras,
como si me extrañaras,
y despierto con miedo a lo profundo
de tus ojos,
de la almohada,
de la decepción.
Despierto con tu olor pegado en la frente
y la nuca llena de mentiras.

Despierto con ruidos de calle,
con el tacto vacío
y con el brazo torcido;
dulce cosquilleo de una madrugada
en la que despierto con miedo a lo profundo
de tus ojos que me miran con ternura
como si me quisieras,
como si me extrañaras,
como si me olvidaras.

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Homofobia capilar

¡Qué hermoso momento para ser auto-referente!

Ahora, cuando ya se comienza a sentir la primavera en Santiago de Chile, cuando los pajaritos silban, las flores perfuman y el metro está aún más pasao a ala, me surge la necesidad de liberarme de un poco de cabello.Pelo tengo mucho, lo sé, pero me gusta, es diversión, sin embargo, creo que es el momento indicado para dejar mi medio metro de risos dorados atrás antes de que comience a tropezarme con el.

El cambio es radical, pero siempre es el mismo; paso de evangélicacumpliendomanda a cortepelela, aunque no les recomiendo que me crean; me cuesta hablar con la verdad.

Lo importante de todo esto es que, estando en la capitale y, sin conocer las manos de un peluquero/a específico, comienzo a temer de lo que pueda ser de mi. Esta no es la primera vez que me corto el pelo en esta ciudad, pero ha sido aquí donde he sufrido de traumas tan catastróficos que terminé por desarrollar una condición que probablemente es más común de lo que el mundo cree: Homofobia Capilar, y es que son las manos gays las que portan el desastre (por primera vez en mi vida digo esto). Es aquí donde entra la convención social de que todos los gays son buenos peluqueros, y que fue la razón para dejar mi chasca descomunal en las manos de un homo de primer momento… sí, yo también creía en su buen desempeño, porque ya en este plano estamos hablando de lo malos que son los güeco’ pa martillar pero, puta que cocinan rico… ¡Error, mi querido hetero!, no se trague estas patrañas, el talento de un peluquero está vagamente relacionado con el género, aunque hay que reconocer que todo sería más fácil si lo estuviera. Ahora, personalmente creo que los gays, no solo no son especialmente buenos para cortar el pelo, sino que son particularmente malos, estos ya son delirios míos, derivados de malas experiencias, pero los delirios siempre vienen acompañados de fundamentos:

-Puede que muchos de los gays que se dedican al negocio del cabello, como muchos que no lo hacen, piensan que son dueños y señores del buen gusto, en especial cuando de mujeres se trata. Esto de ir al «salówn de bellleza», explicar medianamente el corte que se desea, y terminar con un gato sentado sobre la cabeza y una voz aguda que te da vuelta la silla, te deja frente al espejo y te dice «Listo, cariño, quedaste estupenda», porque él consideró que lo que tú le pedías no era suficiente desafío, o que no te quedaría tan bien como lo que él decidió, mientras te lavaba el pelo, que te vendría de maravilla. Después de pasar por esto más de una vez, decidí que simplemente tenía que parar de hacerlo mal y comenzar a hacerlo bien; ¡no más homosexualidad en contacto con mi cuero cabelludo!

Debe ser el hecho de que hay peluqueros que se proyectan en el cliente (esto no solo en el caso de los gays) y piensan «Si yo tuviera este pelo, me haría este corte, me podría esta falda, y me agarraría a ese loquito», lamentablemente las proyecciones no siempre coinciden con lo que la otra persona en realidad quiere… Sea como sea, la decisión está tomada; este martes, por primera vez, subiré tanto por Vitacura que se me taparán los oídos y pagaré una cantidad desapropiada de dinero por un corte seguro, en manos de un personaje que, por llamarse Fran, supongo ingenuamente, es mujer. (aunque con travestis y cabellos no tengo problema). Good luck with that!

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Made in France

Hoy paso rápido por aquí y dejo un escrito que viene desde el lejano 8 de agosto del 2010, y trata sobre mis banales dolores en el país del queso apestoso.

 

¡He tenido un pesimo día!

primero que todo, hace más de un mes que ando con la regla, lo cual me ha convertido, poco a poco, en un monstruo, y no uno tierno de esos que le temen a los niños; uno monstruo malo, de esos de color oscuro, que gotean y emiten sonidos guturales con voz ronca…

…Empezando mi día con eso y cayéndome de la cama; desayuno completísimo y pinta veraniega, cualquiera diría: «¡Lista para empezar la jornada!» con cara de Mamá-de-comercial-de-mantequilla, pero no.

Después de una aburrida y poco didáctica clase de inglés, me vi con una prueba en blanco en frente que gritaba: «¡CERO, POBRE WEONA!» (Llámenme loca, pero yo lo escuché), así que, después de una hora de música clandestina en forma de audífono que pasa por la espalda, por debajo de la polera y se clava en tu oído, eso y la frustración de haberme sacado el primer 0 de mi vida, me fui a fumar un cigarro de eso que no existen, porque a penas metiste la mano en tu bolsillo te acuerdas de que el último te lo fumaste anoche. Y con la mierda que me salía por las orejas, me amurré, sí, me amurré como las pendejas que se tiran el pelo y se pegan en la frente cuando tienen maña, así mismo me puse a hacer puras weás:

-No reservé mi almuerzo: «porque en realidad se me quitó el hambre; no voy a comer, ¡Y me dejan de webiar!

¡ERROR!

Nada muy grave, pero significó una hora de pudrirme sola a dentro de un auto, esperando a que los demás llegaran de haber llenado sus estómagos. Yo tenía sueño (como siempre, en este país), así que dormí sabiendo que despertaría siendo atacada por las cosquillas y los palmazos de los «amiguis»… Y así fue, y yo me reía, pero sólo porque tenía que hacer algo, y era eso o:

– Llorar

– Cagarme

– Explotar

y, en vista y considerando que el auto estaba limpio y no era mío, fue mejor no arriesgarme (a ensuciarlo con lágrimas, caca o sangre).

 Después, y con esa «buena onda» que, al parecer caracteriza a todos los adolescentes-adultos-jóvenes del mundo entero, los «amiguis» no pararon de hablar de lo wena que estuvo la comida, durante los próximos 30 minutos, todo esto con el principal objetivo de agarrarme pa’l webeo (por supuesto).

(a esas alturas, yo sentía tal desagrado por la raza humana, que me daban espasmos cuando alguien me tocaba, con tiritos de parpado incluido)

(…)

Bueno después de eso ya no pude seguir escribiendo por que el día mejoró, no de una manera esplendorosa, como el Fénix que renace desde las cenizas, si no que normal, como cepillarse los dientes después de cada comida.

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¿Qué pasó con el Capitán Planeta?

Advertencia: A continuación, no espere un artículo sobre la condición medioambiental y conciencia ecológica de nuestro planeta planteada desde la «metáfora» que el titulo representa.

Hoy vengo decidida a hablar sobre el paradero actual de uno de mis héroes de la infancia: El Capitán Planeta, y de sus respectivos planetarios.

Para quienes no estén familiarizados con este personaje, el Capitán Planeta es el protagonista de una serie de culto de los 90’s que, como algunos ya podrán imaginar, estaba dedicada a educar a niños y jóvenes sobre como cuidar nuestro mundo. Una serie de realización noventera tan sublime que los estereotipos quedan, a la vista de todos, perfectamente marcados. Y, a pesar de que esto anterior ya no sorprende a nadie, y de que cada quien es capaz de sacar sus propias conclusiones, le ofrendaré un par de párrafos a un resumen de los personajes:

Con la ayuda del primer capítulo para refrescar la memoria, comenzaré con Los planetarios, que son los elegidos para ayudar a salvar al planeta. Los planetarios son cinco y vienen de diferentes rincones del globo:

-Kwame: Viene de África (no se específica de qué país; los gringos no conocían ninguno) y tiene el poder de la tierra. Es prudente, agradecido y negro, pero eso ustedes ya se lo imaginaban.

-Gi: Viene de Asia (tampoco se especifica el país, quizás para evitar conflictos políticos, pero me atrevería a decir que es Tailandesa) y tiene el poder del agua

-Wheeler: Viene de Norteamérica, específicamente de Brooklyn. Es osado e irrespetuoso; un cabrón. Es el primero que le responde a Gaia, con palabras que en la traducción latina resultan ser: «Oiga, ¿¡podría explicarnos qué pasa aquí!?», pero yo me tomo el atrevimiento de decir que su diálogo original era algo como «Hey! What the hell, dude!?».

-Linka: De la Unión Soviética (¡Viva la hermandad entre potencias!) con el poder del viento. Ella es inteligente, intensa y objeto del coqueteo del gringo idiota:

«-Linka: Salvar a nuestro planeta es algo importante, sin embargo somos muy jóvenes, ¿cómo podremos ayudar»

-Wheeler: Oye me encanta tu acento, linda, ¿eres rusa?

-Linka: Soviética, y por favor ¡aléjate!

-Wheeler: Me encanta…»

-Matti: De América del Sur (Según mi criterio, de algún lugar del Amazonas) tiene el poder del corazón (¿¡El corazón!? Bueno, se los dejo de tarea). El es cálido, alegre, y, como todo latino, anda sin polera y con su respectivo primate sobre el hombro, ¡todo un ejemplo!

(Los planetarios tienen todos unas poleras topísimas con el mismo logo que el del traje metrosexual del Capitán Planeta.)

-Gaia: Es el omnipotente espíritu de la tierra que toma forma de mujer y es quien escoge a estos cinco jóvenes para proteger al planeta de los gordos y velludos capitalistas.

-Capitán Planeta: Es quien de verdad importa. El que nace cuando todos los poderes se juntan (aunque estoy segura que se podría prescindir de «corazón«). Poderoso hombre azul de dudosa condición sexual, que al volar deja una estela del mismo color de su cuerpo y el brillo de sus ojos te hace pensar, solo por un momento, que la huella de carbono no existe.

Este equipo se ocupa de mantener el aire respirable y los mares transparentes. Lograron sus objetivos durante seis temporadas hasta que, en 1996 desaparecieron de las pantallas de Cartoon Network y, por lo tanto, de nuestras vidas. ¿Dónde fue a parar nuestro querido Capitán?

Una de mis teorías personales es que, debido a la separación de los planetarios, nunca más se juntaron los poderes necesarios para convocar al ambientalista azul más famoso de los 90’s. Esta separación se habría producido debido a la diferencia en los intereses de cada uno de los jovenes: Wheeler y Linka se casaron, pero la violencia intra-familiar hizo que Linka escapara y solicitara la ayuda de un programa de protección de testigos. Wheeler tuvo que cumplir una condena de aproximadamente diez años, mientras que Linka regresó a Moscú. Por otra parte, Kwame se mudó a New York, se nacionalizó estadounidense y luego recibió el título de embajador de su país (hasta el día de hoy no sabemos el nombre) en Estados Unidos. El 11 de septiembre del 2001 falleció en el atentado a las torres gemelas. Matti también se mudó a New York, se olvidó de la contaminación y puso un restaurante Mexicano que después de tres años fue clausurado por incumplimiento de la norma sanitaria. Por último, Gi, sin saber qué hacer y todavía con el afán de cumplir la labor ecológica, intentó participar como activista de Greenpeace, pero luego de tantas decepciones a las que no estaba acostumbrada, decidió establecerse en un pequeño pueblo de Utah junto a su novio y hoy desempeña el cargo de guía de un grupo scout. Dona $5 todos los meses a Greenpeace.

Otra teoría es una conspiración política liderada por Bill Clinton para asesinar al Capitán y así dejar el ambientalismo en manos de figuras políticas como Al Gore y Ricardo Lagos Escobar, pero aún no logro desarrollarla lo suficiente.

Evidentemente ya no es importante cómo o dónde terminó mi querido Capitán Planeta, ya que, el día de hoy nos damos cuenta de que su labor era absolutamente sustituible, la contaminación ha sido controlada de manera eficiente y, hoy, el mundo sonríe 😀

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No somos gente na’

Siendo esta mi última semana en la Isla de Chiloé, escribiré sobre algo que me parece, es muy particular y, por supuesto, chilote.

Mi situación en esta isla es la siguiente: Toda mi vida estudié en Castro, pero vivo en Nalhuitad (también llamada: Villa miseria) y, siendo Nalhuitad parte de la comuna de Chonchi, hablo con la verdad cuando digo que soy Chonchina. No es que me de vergüenza reconocerlo, sino que sería difícil llevar en el pecho algún tipo de orgullo por un pueblito que conocí a través de los paseos dominicales de mi infancia, donde no tengo ni amigos ni historia, por lo que seguiré hablando de Castro como mi ciudad natal. Ahora, lo que me trae a escribir de madrugada no son mis nostalgias, no, es algo mucho más sabroso…

Hay una canción que, después de 16 años de vivir en La Isla Bonita (3 en Santiago y uno en Criel sur mer) no consigo escuchar entera, ni siquiera sé si es algo real porque solo la conozco a través de gente que al oír a alguien más decir «Me voy a Chonchi», te tararean un pedazo que dice más o menos así:

No somos gente na,

somos de Chonchi.

Comemos roscas chonchinas,

somos de Chonchi.

Se nos calló la torre,

somos de Chonchi…

Yo en realidad no sé si esa es la verdadera letra de la canción, pero así es como suena en mi cabeza. De este pequeño fragmento puedo explicar un par de cosas:

1) «Comemos roscas chonchinas»: Se refiere a las roscas típicas de Chonchi y, quien las haya probado sabrá que son ricas, pero muy secas.

2) «Se nos calló la torre»:  Se refiere los hechos del 14 de marzo del 2002, cuando durante un temporal la torre de la iglesia se derrumbó.

Por más extrañas que suenen estas frases como parte de una canción, lo que me llama más aún la atención es el primer enunciado: «No somos gente na, somos de Chonchi». Hasta el día de hoy me pregunto qué se quiere decir con esto, es mas, le he preguntando varias veces a mi mamá, mi hermana, amigos, pero la respuesta siempre es la misma: «Es que no son gente po, son de Chonchi», así que me doy por satisfecha y dejo de preguntar, después la gente anda pensando que una es obsesiva (?). Es que cómo dejar de pensar en esto, si es tan fácil especular. Por ejemplo:

– A mi me llama mucho la atención que los términos «gente» y «chonchino» sean mutuamente excluyentes; si nunca hubiera escuchado esta canción no me hubiera enterado de que siendo chonchino no se puede ser gente.

– ¿Se supone que ser gente no es suficiente para Chonchi? ¿que los dos términos contrapuestos generan impresión en quien los escucha?. Yo en ese caso hubiera escrito algo como «Matamos gente con tenedores, somos de Chonchi» o «Tomamos sopa de desayuno…», o qué se yo, algo que de verdad me haga pensar «vaya! este pueblo no tiene nada que ver con nada antes conocido».

– Si los chonchinos no son gente, entonces, ¿qué son? (a parte de ser chonchinos). Quizás esta canción sea la expresión de una población extraterrestre que, tras alguna explosión o las travesuras de un hoyo negro, tuvo que emigrar al sur de un pobre planeta y, estando conscientes de su superioridad pero sin poder revelarla de manera explicita, no les quedó más que cantar.

-Tal vez es dios quien se dividió en 12.572 partes y se estableció en este territorio parte de la décima región, y como dios no es hombre ni mujer, no es gente.

Mucho es lo que se puede decir sobre esta cancioncilla chilota, pero creo que por hoy es todo, además, ¿por qué habrían de creerme? Como ya dije, yo también soy Chonchina, quizás este pequeño análisis no es más que una forma de distraer al mundo de nuestro verdadero objetivo… pero, bueno, ya tendré tiempo para escribir sobre mis teorías de dominio mundial y redistribución geográfica

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